“La luna, como una flor en el alto arco del cielo, con deleite silencioso,
se instala y sonríe en la noche.”
Canciones de inocencia y de experiencia (1794)
—William Blake
Una de las plantas que más nos gusta salir a recoger en invierno es la Lunaria. Es en invierno cuando se revelan con toda su belleza entre siluetas de matorrales, árboles y helechos.
No se encuentran fácilmente, hay que estar atento a laderas con matorrales, umbrosas y más o menos húmedas; espesuras, setos, baldíos, lindes de caminos, jardines y escombreras.
Nos gusta todo de esta especie, es delicada, pasa desapercibida en el resto de estaciones, y es de una delicadeza sutil. También tiene ese punto nostálgico, pues en muchas casas , nuestras abuelas tenían algún arreglo con lunaria. Es agradable volver a ese territorio mágico de la infancia.
El nombre de la Lunaria se debe a su fructificación, lo que equivale a la vaina, que tiene la forma y el color de la luna. Está compuestas por dos capas exteriores. En el centro hay una capa que es como si fuese papel de seda con un brillo especial y entre capa y capa, encontramos tres o cuatro semillitas.
En ingles se le llama Honesty Plant, porque las semillas se muestran a través de las vainas transparentes. Y nos ha parecido un buen momento para hacer un homenaje a lo que es honesto, humilde y delicado.
En castellano recibe además otros nombres, todos preciosos: Esperalasatodas, Flor de la plata, Hierba de la plata, Hoja de la plata, Lunaria , Medalla del Papa, Moneda de papa, Planta de las Monedas, Yerba del Nácar.
Una pequeña edición de 21 campanas de cristal con Annua Lunaria.
La luna y la honestidad en un pequeño altar.