La llama que merece ser protegida
Caminamos hacia el invierno volviendo a nuestras raíces y reviviendo la relación con nuestros ancestros. Esta es la llama que merece ser protegida.
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Caminamos hacia el invierno volviendo a nuestras raíces y reviviendo la relación con nuestros ancestros. Esta es la llama que merece ser protegida.
De entre los 480 recuerdos que Georges Perec anota en su libro Me acuerdo (Je me souviens, 1978) hoy me llama la atención, especialmente, el número 106: “Me acuerdo de que durante la posguerra en París, en el mes de septiembre, había muchas avispas, me parece que muchas más que ahora”. Yo recuerdo que las avispas, atraídas por el dulzor de las uvas, permanecían junto a mi casa durante días, ese mismo mes. Señalaban los lugares de la vendimia.
“ Después los hombres comienzan la siega,
todos los brazos a un tiempo,
mientras los pequeños,
que seguimos a distancia del paso de las guadañas,
rastrillamos la hierba en renglones
que atraviesan el prado de un lado al otro.” – Fran Gayo (2019). Las labores agrícolas se guían por los ritmos que dicta la naturaleza, al igual que otras muestras de nuestra relación con ella. Se puede decir que bailamos a su son.
La biblioteca de la Universidad de Harvard ha digitalizado el herbario de Emily Dickinson al completo. Todas y cada una de las flores que aparecen podrían ser pequeños poemas